jueves, 14 de febrero de 2013

CAPÍTULO 5

Mercedes rebusca en su bolso marrón, es un bolso demasiado grande y le cuesta buscar las cosas en su interior.
- ¡Aquí están!- Exclama mientras sostiene en su mano derecha un juego de llaves. Con la que parece ser la llave más larga abre la puerta de entrada de una casa de apariencia modesta. Una vez que la puerta está esta abierta vuelve sobre sus propios pasos y agarra la silla de ruedas en la que su hija va sentada. Madre e hija atraviesan el umbral de la puerta de entrada.
- No sabía que podía hechar tanto de menos esta casa- Dice Marta.
-¿Cariño tienes hambre?
- Pff... muchísima, la comida del hospital es horrible.
- Vale, pues acomódate en el sofá mientras preparo algo para comer.

Mercedes desaparece por el pasillo camino de la cocina. Marta se desplaza en su silla hacia el salón. Allí sobre la mesa central está su portátil. Se arriba a ella y lo enciende. Revisa su tuenti, normalmente no suele tener nada nuevo... pero esta vez junto a una invitación a un evento aparece una petición de amistad. Ángel Díaz Casas quiere ser tu amigo: Hola soy el chico de la cabina telefónica, ¿me recuerdas? Seguro que no. Te preguntarás como he dado contigo, tiene una fácil explicación: al salir de la cabina se te calló la cartera y como saliste corriendo no te la pude devolver... Si tienes interés en recuperarla acepta esta petición y me pondré en contacto contigo. Un beso.

¿¿Otra vez este gilipollas?? Y a se había olvidado por completo de él. Y encima dice que tiene su cartera, Marta creía que la había perdido en el transcurso del accidente. Pero no le queda más remedio que aceptar la petición o sino no recuperará su carteta. Aceptar. Y está. Apaga el ordenador, ya lo revisará más tarde. Las ganas de fumar se apoderan de ella. Arrastras su silla hacia un mueble que se encuentra postrado en la pared, y del interior de un cajón saca un paquete de tabaco y un mechero. Coge uno de los cigarrillos y lo enciende. Aspira el humo. Se acerca a una ventana, la abre y expulsa el humo por ella. Repite esta acción hasta que finalmente el cigarro se consume del todo y tira la colilla por la ventana. En ese momento entra su madre en el salón.
- He hecho una tortilla de patatas. Es tu comida preferida y pensé que te apetecería.
- Muchas gracias mamá.
Desde luego no se merece la madre que tiene, y en momentos como ese se avergüenza de todo lo que la ha hecho sufrir...

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