martes, 29 de enero de 2013

CAPÍTULO 3

Poco a poco abre los ojos, pero la claridad de aquella habitación hace que los tenga que volver a cerrar. ¿Dónde está?¿Y cómo ha llegado allí? Esa no es su habitación. Todo es blanco y frío. Lentamente gira la cabeza hacia la derecha, entreabre los ojos y vislumbra la silueta de una mujer que se encuentra acomodada en un sillón. ¿Es su madre? Si, eso parece. Y además tiene los ojos hinchados, como si hubiera estado llorando. Marta vuelve a cerrar los ojos, le pesan los párpados y una sensación de cansancio le invade todo el cuerpo. Recuerdos comienzan a invadir su mente y el último de ellos es el de su madre gritando su nombre. Poco a poco empieza a hacer memoria y recuerda lo sucedido. En un ataque de ira se ha lanzado del coche de su madre. Le duele la cabeza, parece que se ha pegado un buen golpe.
-¿ Ma-má?
-¡¡Marta!! ¡¡Enfermera venga, venga!!.
¿Por qué grita tanto su madre? Le va a estallar la cabeza de tanto alboroto. Vuelve a entreabrir los ojos. Ahora adivina otra silueta junto a la de su madre, que está junto a la cama. Es una mujer que viste con bata blanca. ¿Será una enfermera?¿Entonces está en el hospital?
-Marta, ¿puedes oírme?- pregunta la mujer de la bata blanca.
-Si.
-Muy bien. Haber Marta mira mi mano, ¿cuántos dedos ves?- La enfermera le muestra a la chica dos de los dedos de su mano derecha.
-Dos.
-Muy bien-  La chica de la bata anota algo en un cuaderno y habla en voz baja unos segundos con la madre de Marta. Después abandona la habitación.
-Mamá, ¿qué es lo que me ha pasado?
-¿No recuerdas nada?
-A duras penas.
- Te lanzaste del coche golpeándote la cabeza y la pierna izquierda. Has sufrido un traumatismo craneoencefálico y la rutura de la tibia y el peroné. Esta mañana te han operado de la pierna.

En ese momento nota la escayola que rodea toda la parte inferior de su pierna izquierda. ¿Cómo ha podido ser tan tonta? Piensa en su madre, la pobre seguro que lo está pasando fatal. Primero lo de su padre, y ahora esto. En vez de ayudarla lo único que hace es darle más disgustos.

-Mamá, yo... lo siento...
- Ya habrá tiempo para hablar ahora debes descansar y recuperarte de tus heridas.

Marta cierra los ojos. Su madre lleva razón, no es el momento de disculpas. Está terriblemente cansada. Sus parpados le pesan enormemente, y antes de que se pueda dar cuenta un profundo sueño la invade.

viernes, 25 de enero de 2013

CAPITULO 2.


Marta entra en el coche de su madre. Tiene frío. Aun sigue empapada debido a su caida en el charco.
Su madre la mira cabreada.
- ¿¿Pero se puede saber como te la has apañado para caerte en un charco?? ¿¿Es qué no tienes ojos en la cara??
- Mamá me he tropezado con una lata y...
- Seguro que ibas pensando en las musarañas, como siempre... Ay Marta, Marta ¿cuándo te vas a espabilar?
- Pero mamá...
- Ni peros ni nada. Eres igual que tu padre.

En ese momento Marta estalla de ira, ya no lo soporta más.
- Para el coche.
- ¿Qué?
- ¡¡Qué pares el coche!!
- ¿Pero qué dices Marta?
- ¿¿Es qué no me escuchas?? ¡¡Que pares el coche o te juro que me bajo en marcha!!
- No pienso parar el coche. ¿A dónde se supone que vas chorreando?
- ¿¿No paras?? Pues vale.

Marta abre la puerta de copiloto del coche de su madre y salta a la carretera. La velocidad a la que el vehículo circulaba era mucho mayor de lo que suponía la chica.
- ¡¡Marta!!¡¡Marta¡¡
Los gritos de su madre fue lo último que pudo escuchar antes de perder el conocimiento.

domingo, 20 de enero de 2013

CAPÍTULO 1


Era un día normal, tan normal como otro cualquiera. Marta salía de casa camino al instituto. En su Mp3 sonaba Angie de Rolling Stones, una hermosa canción que parecía hecha para escucharla un día frío de un mes de enero como aquel. La chica caminaba un tanto distraida tarareando la canción, cuando de repente su pie izquierdo tropezó con una lata de Coca Cola lo que hizo que Marta se tambaleara y cayera al suelo sobre un charco de agua. Tirada sobre el charco, no se podía creer lo que le acababa de pasar. Poco a poco se fue levantando y al incorporarse por completo vio lo que tanto se temía: toda su ropa estaba manchada de barro.

- !Mierda¡ ¿Ahora qué hago?.

Corriendo entró en una cabina telefónica con la intención de llamar a su madre para que la recogiera. Una vez dentro de la cabina buscó en su bolsillo una moneda de dos euro para realizar la llamada. Pero justo cuando iba a introducir la moneda por la ranura la puerta de la cabina se abrió de golpe. Marta pegó un grito del susto y la moneda resbaló de sus manos y cayó al suelo, rodó hasta la puerta y se perdió de la vista de la chica.

- Lo siento mucho, no sabía que estaba ocupada- se escuchó la voz de un chico.
Marta alzó los ojos y se encontró ante ella a un chico de unos veinte años que la miraba extrañado.
. ¿Se puede saber qué miras?- exclamó Marta al darse cuenta de que el chico la miraba de arriba a bajo con cara de sorpresa.
- Perdóname si me meto donde no me llaman, pero ¿qué te le ha pasado a tu ropa?
-¿Mi ropa?... !Mierda es verdad¡ Me he caido en un charco.
- Joder, vaya putada.
- Ya ves.
- Y supongo que ibas a llamar a alguien para que te recogiera ¿no?
- Pues si, justa antes de que me pegaras el susto.
- Perdón otra vez. Es que llevaba algo de prisa y ...
- No te preocupes ya está olvidado.
- Vale, pues no te molesto más. Adiós.
- Adiós.
"Que tio más raro" piensa Marta, pero antes de que pueda girarse para utilizar ya porfin el teléfono la puerta se vuelve a abrir.
- Creo que esto es tuyo.- es el chico de antes que estiende su mano hacia Marta con la moneda de dos euros sobre la palma de su mano.