miércoles, 27 de febrero de 2013

CAPÍTULO 6

Arrastra la silla de ruedas por el pasillo hasta llegar a la última puerta del mismo. Marta la abre y se introduce dentro de su cuarto. La puerta se vuelve a cerrar. La tortilla estaba deliciosa. Hacía tanto que su madre no preparaba comida casera...Normalmente Mercedes nunca tiene tiempo de cocinar ya que la mayor parte del día la pasa en la oficina, solo tiene una hora libre a mediodía para comer y cuando sale del trabajo a las nueve la mujer está tan cansada que lo único que le apetece es echarse en el sofá y olvidarse de sus problemas viendo algún programa de televisión.
Marta se agacha sobre sí misma y se quita la deportiva que lleva en su pie derecho, ya que la escayola de su pierna izquierda no le permite usar zapatos. Lleva el portátil sobre su regazo, así que lo deja sobre la cama. Todo esto lo hace con mucho cuidado ya que no quiere que la silla se tropiece con cualquier cosa que tenga por la habitación. ¿Y ahora cómo se sube en la cama y se pone el pijama? No puede ponerse de pie ya que su pierna no se lo permite. Tendrá que llamar a su madre, pero no quiere, es demasiado independiente como para poder aguantar que la estén ayudando hacer la inmensa mayoría de las cosas. Se coloca junto a la cama, extiende el brazo y saca el pijama de debajo de la almohada. Se quita la camiseta que hace tan solo unas horas su madre le ha ayudado a ponerse, y se pone la parte superior del pijama. Mira hacia abajo, el pantalón va a ser imposible quitárselo. Refunfuña, y termina por tragarse su orgullo

- ¡¡Mamá!!
- ¿Qué pasa?. Mercedes se asoma por la puerta de la habitación.
 - Necesito ayuda...
La mujer sonríe tiernamente.
- Vamos a ver...Apóyate en mi.
Mercedes rodea con su brazo la cintura de su hija y con el otro sujeta sus piernas. Marta de agarra al cuello de su madre que con un impulso de su fuerza levanta el cuerpo de la joven a la cual sienta sobre la cama.
- ¡Como pesas! Hace nada te tenía todo el día en brazos y a penas me enteraba.
-¿ Hace nada? Mamá hace más de diez años que no me coges en brazos.
- Pues eso, hace nada.
Marta sonríe. Mercedes también, aunque ambas saben lo amargas que son esas sonrisas y que las cosas, aunque lo parezca, no han cambiado.
Finalmente Mercedes logra terminar de vestir a su hija, después sale de la habitación.
- Buenas noches Marta, si necesitas cualquier cosa, avisame.
- Vale, buenas noches.
La puerta se vuelve a cerrar. La chica se queda sola. Enciende el portátil. ¿Un cigarro? ¿Por qué no?
Nunca suele fumar en la cama, pero esta vez lo necesita y como no puede andar se lo tendrá que fumar ahí. Coge el paquete de tabaco y un cenicero de la mesita de noche. Mientras se enciende el cigarrillo Windows se acaba de iniciar. Revisa sus redes sociales entre calada y calada. Poca cosa, como de costumbre. Ni tan siquiera aquel chico, Ángel, se ha vuelto a poner en contacto con ella. Y ahora que lo piensa, si de verdad tienes su cartera, ¿cómo va a quedar con él para que se la devuelva? ¡Si no puede andar! Bueno ya se le ocurrirá algo.
En ese momento comienza a sonar Patience de GN'R. Es su móvil, rápidamente contesta.
-¿Hola?
- ¡Marta! ¡Me tenías muy preocupada! llevo tres días llamandote y no me coges el teléfono, y como no apareces por clase...
- Diana tranquilizate y dejame que te explique.
- Vale, vale. A ver cuentame.
- Mira he tenido un accidente y...
- ¿¿Cómo qué has tenido un accidente?? ¿Estás bien?
- Sí, dejame que te explique.
- Vale, pero explicamelo todo.
- Mira, iba de camino al instituto cuando me caí en un charco. Me manché toda la ropa, así que tube que llamar a mi madre para que me recogiera. En el trayecto de vuelta a casa tuve una bronca con mi madre y me dió un arranque de los mios. Empece a gritarle a mi madre que parara el coche que me quería bajar, y como no me hizo caso me tiré del coche en marcha.
- ¿Pero tú estás loca? Te podrías haber matado.
- Ya, ya lo sé. Pero bueno ya no tiene remedio...
- ¿Y que te has hecho?
- Rotura de la tibia y el peroné de la pierna izquierda. El médico me ha dicho que debo guardar un mes de reposo.
- Madre mía, ¿un mes?, ¿y qué vas a hacer con el instituto?
- Pues iré a los examenes, y para lo de los apuntes voy a necesitar tu ayuda...
- Sabes que la vas a tener.
- ¿De verdad?
- Siempre he intentado ayudarte en todo lo que he podido, y voy a seguir haciéndolo.
Eso es cierto, Diana siempre ha estado a su lado, hasta en los peores momentos que últimamente han sido muchos.
- Gracias, no sé que haría sin tí.
- Te buscarías a otra.
- Sabes que no es verdad, te debo mucho Diana.
- No me debes nada. Todo lo que he hecho ha sido porque te quiero, porque eres mi mejor amiga y sabes que nunca te voy a dejar tirada.
Una lágrima resbala por la mejilla de Marta.
- Bueno Marta te dejo que máñana madrugo y estoy ya que me caigo de sueño.
- Vale.
- Mañana después de comer me paso por tu casa y te dejo todo lo que hemos hecho en estos días.
- Muchas gracias.
- De nada, buenas noches Marta.
- Buenas noches.
Fin de la llamada. Marta apaga el portátil y lo coloca el la mesita de noche, donde también deja el móvil. Se tumba por completo y se tapa con las mantas. Se siente feliz por tener una amiga como Diana. Tantas cosas que ha soportado por su culpa y aun así sigue a su lado, comportándose como una amiga de verda, la mejor amiga. Y entre estos pensamientos Marta se abandona en brazos de Morfeo.

jueves, 14 de febrero de 2013

CAPÍTULO 5

Mercedes rebusca en su bolso marrón, es un bolso demasiado grande y le cuesta buscar las cosas en su interior.
- ¡Aquí están!- Exclama mientras sostiene en su mano derecha un juego de llaves. Con la que parece ser la llave más larga abre la puerta de entrada de una casa de apariencia modesta. Una vez que la puerta está esta abierta vuelve sobre sus propios pasos y agarra la silla de ruedas en la que su hija va sentada. Madre e hija atraviesan el umbral de la puerta de entrada.
- No sabía que podía hechar tanto de menos esta casa- Dice Marta.
-¿Cariño tienes hambre?
- Pff... muchísima, la comida del hospital es horrible.
- Vale, pues acomódate en el sofá mientras preparo algo para comer.

Mercedes desaparece por el pasillo camino de la cocina. Marta se desplaza en su silla hacia el salón. Allí sobre la mesa central está su portátil. Se arriba a ella y lo enciende. Revisa su tuenti, normalmente no suele tener nada nuevo... pero esta vez junto a una invitación a un evento aparece una petición de amistad. Ángel Díaz Casas quiere ser tu amigo: Hola soy el chico de la cabina telefónica, ¿me recuerdas? Seguro que no. Te preguntarás como he dado contigo, tiene una fácil explicación: al salir de la cabina se te calló la cartera y como saliste corriendo no te la pude devolver... Si tienes interés en recuperarla acepta esta petición y me pondré en contacto contigo. Un beso.

¿¿Otra vez este gilipollas?? Y a se había olvidado por completo de él. Y encima dice que tiene su cartera, Marta creía que la había perdido en el transcurso del accidente. Pero no le queda más remedio que aceptar la petición o sino no recuperará su carteta. Aceptar. Y está. Apaga el ordenador, ya lo revisará más tarde. Las ganas de fumar se apoderan de ella. Arrastras su silla hacia un mueble que se encuentra postrado en la pared, y del interior de un cajón saca un paquete de tabaco y un mechero. Coge uno de los cigarrillos y lo enciende. Aspira el humo. Se acerca a una ventana, la abre y expulsa el humo por ella. Repite esta acción hasta que finalmente el cigarro se consume del todo y tira la colilla por la ventana. En ese momento entra su madre en el salón.
- He hecho una tortilla de patatas. Es tu comida preferida y pensé que te apetecería.
- Muchas gracias mamá.
Desde luego no se merece la madre que tiene, y en momentos como ese se avergüenza de todo lo que la ha hecho sufrir...

martes, 12 de febrero de 2013

CAPÍTULO 4

Pi-pi-pi-pi. ¿Qué es ese pitido? Marta abre los ojos, todo esta nubloso. Es pitido la está volviendo loca. ¡Que alguien lo pare!
Mira a su alrededor, parece que no hay nadie. ¿Dónde está su madre? Poco a poco la niebla se va disipando de sus ojos. No le gusta nada aquella habitación, es tan fría y poco acojedora...
Se siente cansada, pero con un poco de más ánimo que la última vez que despertó. Poco a poco intenta incorporarse. Le duele la pierna izquierda y la cabeza le da vueltas. En ese momento se abre la puerta y aparece su madre.
-¡Marta! ¿Qué haces incorporándote? Te vas a hacer daño.
-¿Más? No creo, además estoy harta de estar tumbada.
-Espera- María coge un cojín de un sillón próximo a la cama, y acomodándolo en la espalda de su hija intenta que esta se encuentre lo más cómoda posible.
- ¿Cómo te encuentras?
- Pues como si me hubiera lanzado de un coche en marcha...
 Madre e hija se miran y empiezan a reír, ¿cuánto tiempo hacía que no se reían de aquella forma?. Definitivamente hacía mucho.
La puerta se abre y entra en la habitación un hombre con bata blanca y gafas de vista.
- Buenos días señorita García, ¿cómo se encuentra ?
- Mejor, menos cansada... pero, ¿quién es usted?
- Disculpeme, se me ha olvidado presentarme. Soy el doctor Sánchez, su doctor.
- Encantada.
- Lo mismo digo.
- Doctor, ¿qué tal está Marta?
- Señora traigo buenas noticias, parece que el golpe que sufrió su hija en la cabeza no es nada grave y en un par de días estará completamente recuperada. Respecto a su pierna, deberá guardar reposo durante un mes. Esto conlleva que no podrá mover la pierna en todo ese tiempo.
- ¿¿Un mes??. Exclama Marta.
- Señorita recuerde que se ha roto la tibia izquierda, y si en un futuro quiere que su pierna siga siendo igual que hasta ahora deberá guardar reposo absoluto durante como mínimo un mes.
- Pff... está bien.
- Bien, pues a última hora de la tarde tendrán el alta y podrá seguir con la recuperación en casa.
- Muy bien doctor, y gracias.
- De nada señora, y tú Marta cuidate bien esa pierna e intenta no lanzarte más de un coche. Nos vemos en un mes.

Marta enrojece, ¿se acaba de burlar el doctor de ella?. ¿Y qué significa esa mirada que acaba de lanzar a su madre? Definitivamente aquel doctor no le ha gustado nada, y pensar que apenas podrá moverse en un mes menos todavía. Lo bueno es que va a regresar a casa... o quizás no sea tan bueno.